Una llamada que no llega, una nota que no aparece, una
palabra que ya no se espera. Un brillo que desapareció, una luz que hace tiempo
se fue, un recuerdo que ya no existe. Un mañana. Un momento.
Intento pensar, girar la rueda del tiempo y descubrir qué
hubo antes. Pero no avanza hacia atrás sino hacia adelante, inexorable… y me
descubro riendo, como una niña, sin prisas, sin público, sin poder parar. Porque
es irónico que sepa más del futuro que del pasado, porque en esta loca ilusión
sólo el reloj se mantiene cuerdo.
Con esfuerzo me levanto, a duras penas consigo andar, pues
todo está patas arriba, busco y revoluciono entre los trastos. ¿Una foto
quizás? Un trozo de un periódico. Un regalo envuelto que ya nadie abrirá.
Miedo. Una fecha. Un beso. ¿Fingido? ¿Real? Sacudo mi cabeza. Sigo buscando. Un
espejo. Tiemblo. Un reflejo. Tu sonrisa, que nunca se ha marchado. Unos ojos
que lo miran, los tuyos, que me miran y no me ven. Porque yo no estoy. Porque
ya me fui.
Y sólo entonces descubro que tu futuro es mi pasado, que tus
anhelos son mis miedos. Y que sin ti ya no hay recuerdos.