sábado, 15 de febrero de 2014

Hoy es el día

Un día gris, como tantos otros. Quizás sea menos atractivo que un día lleno de luz, pero he aquí que es un día que llega hasta nosotros sin pedírselo. Que se nos ofrece lleno de oportunidades, cada cual que escoja las suyas.

Y justo por eso, por ser un día cualquiera, yo lo escojo. Lo escojo para despojarlo de la rutina, para que no se sienta feo y compartir juntos toda clase de momentos. Es un quid pro quo, él me regala su tiempo y yo mis proyectos.

Pero no siempre funciona así, suele ocurrir que hay más veces  en las que es necesario dar sin esperar nada a cambio, pues la respuesta se hace eterna o a veces se pierde por el camino (si es que hubo tal respuesta).  

Por eso es un absurdo vivir esperando, al día de sol, a que escampe, al fin de carrera, al trabajo idóneo,  al premio merecido, al fin de la semana, del mes y del año, a que se cumpla cada uno de nuestros sueños, a la ocasión perfecta para realizarlos, al día en que la felicidad venga a nosotros y se quede para siempre. Es ridículo y una pérdida de tiempo, del cual –por cierto- no disponemos indefinidamente.


Así que, hoy es el día, no espero más. Me pongo mis botas de 7 leguas y decido actuar. Hoy voy a llenar el día de luz, hoy bailaré bajo la lluvia, hoy disfrutaré, hoy aprenderé la sonrisa de un niño, hoy haré novedoso mi trabajo, hoy repartiré cariño, alegría y amor por todo el mundo. Hoy no pediré nada. Hoy daré las gracias. Hoy sólo querré y seré feliz.

                                                                      

sábado, 28 de diciembre de 2013

Somos de heridas

Nacemos en el dolor de una gran herida, o quizás de varias, entre llantos confusos.

Andamos, nos caemos, lloramos, nos levantamos.

Jugamos, corremos, nos tropezamos, lloramos, nos levantamos.

Reímos, nos peleamos, lloramos, nos perdonamos.

Hasta ahí el ciclo de la vida. Pero llega un momento en el que alguien se cansa. Hay quien escoge no volver a herirse. Evita los deportes “de riesgo”, las discusiones, los saltos al vacío, procurando andar con sigilo por la vida. Y se pierde la chispa de la vida. Porque, por más que duela, aunque se nos desgarre la piel y el alma, queremos esa adrenalina, llevar la razón y vivir locamente, aunque sea por una vez. Porque somos de heridas.

Nos miramos y contamos las heridas: esta me la hice aquél día con la bici, esta fue tratando de hacerme la valiente, esta haciendo de acróbata, y esta fue la última… Eso creemos, hemos madurado, la sensatez ha llamado a nuestra puerta y la hemos acogido de buen grado, ahora nos movemos en una balsa por aguas tranquilas. Pero un día llega una tormenta, todo se tambalea y de nuevo, nos caemos. Es duro, porque afecta a nuestro orgullo, a nuestro control. De nuevo hemos de enfrentarnos al hecho de que somos de heridas.

Al final lloramos, gritamos, nos revelamos y poco a poco nos vamos callando, tomando la secreta decisión de que no volverá a pasar: <<no volveré a tropezar con esta piedra, no volveré a equivocarme,  no volveré a sufrir…>>.  Y buscamos la mejor solución para lograr nuestro objetivo, nos levantamos de nuevo, fuertes, con la cabeza alta, fingiendo que eso no pasó. Y cuatro pasos más allá, de nuevo, una piedra que no hemos visto, o que sí vimos, pero que nos atraía sin remedio... y de nuevo, el golpe… y de nuevo, el dolor… porque somos de heridas.


viernes, 18 de enero de 2013

Un jugoso elixir

-Esto te ayudará- me confesaste. O eso creí yo. Y lo probé. Tomé un trago y luego otro, más largo, hasta que lo terminé todo. Sabía bien, más que eso, tenía un tono dulzón y un ligero picor que se deslizaba por la lengua hasta llegar a la garganta. Sí, podría decir que me gustó.

Pero como todo en esta vida, no era gratis. Una delicia como esa no podía ser probada sin más. Recordaba su aroma, su tacto en mi piel, su sabor novedoso… y lo deseaba, más y más. No era yo, era su efecto que gobernaba en mí. Porque una vez probado, ya nada me parecía suficiente. No era el que había sido y no me sentía yo mismo sino en su exquisito universo. Y me rendí ante su fastuosa apariencia.

Pasó el tiempo. Mi mirada se volvió oscura, mi tez verdosa, mi piel se endurecía, mi complexión era cada vez más fuerte, más mi corazón se hacía pequeño. Ese era el precio que yo había de pagar.Me parecía que mi boca aumentaba su tamaño, pues mi sed insaciable así lo requería.  La gente me miraba con respeto. Y yo a ellos con desprecio. El mundo se me hacía extraño y me propuse huir de él. Paseé por las calles, me deslicé con sigilo hacia el campo, procurando evitar que alguien perturbara mi paz con su presencia insolente.

 Cuando ya atravesaba los muros de la ciudad, tropecé y me mordí el labio… sssssh sssshhabía como aquel brebaje que probé una vez, hace ya mucho tiempo. Vvvvvvendeta, me dijeron que sssshe llamaba, vvvvvenganza, vvvvv  vvveneno. 
               
                                                          

                >>Y así es como fue, que nunca más pudo levantarse, que el peso de su orgullo pudo más que él y le obligó a arrastrarse por el resto de su vida. Y lo que en un principio se mostraba apetecible terminó revelándose tal cual era: ponzoña<<

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Recuerdos del mañana

Y así es como será ¿no? Te irás sin avisar, en silencio, sin una lágrima ni una media sonrisa, ni siquiera una mano alzada. Tan sólo unos pasos, cierras la puerta y desapareces.

Una llamada que no llega, una nota que no aparece, una palabra que ya no se espera. Un brillo que desapareció, una luz que hace tiempo se fue, un recuerdo que ya no existe. Un mañana. Un momento.

Intento pensar, girar la rueda del tiempo y descubrir qué hubo antes. Pero no avanza hacia atrás sino hacia adelante, inexorable… y me descubro riendo, como una niña, sin prisas, sin público, sin poder parar. Porque es irónico que sepa más del futuro que del pasado, porque en esta loca ilusión sólo el reloj se mantiene cuerdo.

Con esfuerzo me levanto, a duras penas consigo andar, pues todo está patas arriba, busco y revoluciono entre los trastos. ¿Una foto quizás? Un trozo de un periódico. Un regalo envuelto que ya nadie abrirá. Miedo. Una fecha. Un beso. ¿Fingido? ¿Real? Sacudo mi cabeza. Sigo buscando. Un espejo. Tiemblo. Un reflejo. Tu sonrisa, que nunca se ha marchado. Unos ojos que lo miran, los tuyos, que me miran y no me ven. Porque yo no estoy. Porque ya me fui.

Y sólo entonces descubro que tu futuro es mi pasado, que tus anhelos son mis miedos. Y que sin ti ya no hay recuerdos.
                                           

viernes, 26 de octubre de 2012

Tú y yo

     El problema fue que tú sólo quisiste hablar. No me escuchaste.

 ¿Y ahora qué?

     Te quedaste sin excusas. Dejaste de ser la víctima para ser ladrón. ¡Oh sí! Y cómo ladrabas, pero no tenías credibilidad. Tu tono lastimero no conmovía a nadie, ni siquiera a ti mismo. Y eso era lo peor, porque uno puede engañar a los demás, pero no a sí mismo.

     Ensimismada me quedé cuando vi cómo tu autocomplacencia se desbordaba frente al espejo. Era tal que hasta el ego se achantó. Y con la mirada baja, pues dicen que si lo miras directamente te quedas atrapado para siempre en su hechizo, se apartó de ti. Eso no te disuadió, decidiste enredarte y resguardarte en la inmundicia, pero ni siquiera era la tuya. Como todo lo demás, tan sólo era una argucia del guión.

     Y así fue como todo se desvaneció, sin ceremonia ni espectáculo. De repente sólo estabas tú, frente al espejo, reacio, repelente, atractivo, reconociéndote, resdescubriéndote... y me encontraste. TÚ. YO. Dos caras de una misma moneda, condenadas a fundirse. Porque tú sin mí eres muerte, porque yo sin ti no existo.
                                                         
                     
                                

miércoles, 3 de octubre de 2012

Diferentes perspectivas


Egoísmo, tempestad, descalabro y vuelta a empezar. Miedo, ausencia, espacio y el tiempo que no llega. Astucia, cobardía, silencios obligados después de tanto gritar. Soledad, avaricia y nada, ya más nada.



Un destello, una luz, inconformismo. Razones, ilusiones, cansancio y, de nuevo, espacio. Fuerza, ironía, fe y vendas que se caen. Un paso, un salto y volamos, hacia la libertad, porque el mundo es nuestro.

Nada, todo, equilibrio: un lugar en mitad del camino donde podamos sentirnos a gusto. Donde podamos mirar cara a cara a los demás y soltar una carcajada que no ofenda a nadie. Un lugar donde nadar, volar y caminar sean una misma cosa. Tan sólo el comienzo de lo que vendrá, la antesala de la eternidad. Paz, alegría, confianza.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Sólo adios

     "Adios", cinco letras que a veces duelen, otras son un mero trámite y otras, inevitables. Una palabra que a veces asusta pronunciar, porque representa el fin, de una tarde, de una conversación o de una historia; porque significa aceptar que el momento ha llegado; porque supone que el tiempo es más fuerte que nosotros, que todo tiene un final y que no podemos hacer nada frente a ello.

     En ocasiones preferimos decir "hasta luego", "nos vemos más tarde", "hasta la vista" o inventarnos cualquier cuento que nos haga sentir más cerca, una cortina de humo para hacer más soportable la espera del mañana. Pero decir adios es necesario, cualquier otra cosa es tan sólo un eufemismo; porque despedirse significa decir adios, no "hasta más ver", pues esto es únicamente la forma en que lo hacemos, no afecta para nada al contenido.

    Y sin embargo, "adios" puede ser una palabra preciosa. Hay quien dice "ve con Dios". Porque verdaderamente esta es la esencia, encomendar a alguien a Dios, dejarle en Sus manos ¿dónde puede estar mejor?

    Por eso, hoy digo adios, con firmeza, sin miedo, con la confianza en que todo irá bien. Tan sólo adios.