Un grito rasgó el silencio. O aquello que se suponía que era el silencio y probablemente no fuera más que una tempestad calmada. Pero de repente se rompió. Apareció a través de la nada un viento helado que lo transformó todo. Que lo transformó todo o lo devolvió a su ser, nunca lo sabremos.
-No trates de entenderlo – me dijo en un susurro. Y yo traté de aferrarme con fuerza a un lugar seguro. Estando así, luchando con la confusión más que con el tiempo, esperé y esperé, y esperé un poco más. Esperanza, porque eso era lo único que me quedaba. Todo lo demás se había hecho añicos y no encontraba el camino de vuelta a casa.
Pero dejé que la tempestad me tragara. Llegué hasta el fondo y me arrodillé en un rincón. El susurro dejó de serlo y empezó a rugir. Todo a mi alrededor se tambaleaba. Mas yo estaba tranquila. Miré y dejé de ver. Cerré los ojos y lo comprendí todo. Al fin la luz llegaba a mí, el silencio me hablaba y el mundo dejó de patalear.
Es verdad... mejor no tratar de entenderlo... jejejeje
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