lunes, 19 de marzo de 2012

Lo que tú quieras que sea

Muchas veces  pasamos por la vida como si no pasara nada. Nos dedicamos a caminar sin más, procurando no tropezarnos. Y nos conformamos con eso, con vivir medianamente bien, sin muchas penas, con algunas alegrías, de modo que la balanza se mantenga equilibrada. Sin embargo, la vida es mucho más que eso, la vida es…

Feroz, auténtica, inestable, profunda, extraordinaria, pero sobretodo es imparable. Si pierdes un instante, un segundo siquiera, no podrás reclamarlo después. Por ello, descansa si te urge, pero no te pares. Mantén los ojos bien abiertos, aspira, disfruta, estudia, ama, comprende, respeta, sueña…

Literalmente, soñar es “anhelar persistentemente algo” o quizás “representarse en la fantasía imágenes o sucesos mientras se duerme”. Posiblemente sea un poco de cada, yo lo definiría como “desear conscientemente lo que imaginamos en el subconsciente”, esto es, la esperanza que nos anima a avanzar, el aceite que mantiene nuestra llama encendida, el anhelo más profundo de nuestra alma…

Cielo es la palabra que lleva escrita nuestra alma. Aunque a veces no somos capaces de verlo. Y sin embargo no cesamos de buscarlo. Lo buscamos en una mirada, en una mano amiga, en las alturas o en el infinito de aquél cuadro. Más sólo hay un camino. Porque Él dijo…

“Dad y se os dará” (Lc 6,38). Y es que en el compartir, en el regalar, en el conversar, se encuentra la humanidad. No nos reconocemos hasta que nos vemos reflejados en los ojos de alguien, no conocemos la grandeza de nuestro corazón hasta que amamos de veras, no descubrimos toda nuestra dignidad hasta que no comprendemos que somos hijos de Dios…

Es por esto, sencillamente, que la vida no es aquello que nos pasa, sino aquello que hacemos que pase. Es el instante, el sueño, la palabra o el reflejo que dibujamos. Es todo aquello que hemos vivido y aquello que viviremos. Es justo esto, lo que está ocurriendo. Es, sobre todo, ¡lo que tú quieras que sea!



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