¿Lo notas? Ese
hormigueo que trepa por la espalda, se extiende por el cuerpo y se esfuma entre
los dedos. Aquello que te deja sin
aliento y te obliga a aguantar la respiración. Ese instante en el que el tiempo
desaparece…
Sí, exacto, inspiración.
Algo tan escaso y quizás tan sobrevalorado. O puede que no.
Busco entre las
sábanas, en la tapa de un boli mordido por milésima vez, en las notas de una
canción ya desgastada por el tiempo… y no encuentro nada, nada que de verdad
merezca la pena. Porque aquello ya pasó.
Pero entonces
apareces, para rescatarme de mi hastío. Con el sigilo que te caracteriza, sin
fuegos artificiales ni parafernalias. De repente, en el silencio, te encuentro.
En tu aliento descansa mi cuerpo. Es tu susurro el que guía mis manos. No sé ni
siquiera hacia donde me llevas, como en un trance infinito te sigo a ciegas. ¿Cuál
será el resultado? No lo sé, ni me importa. En el fondo, es sólo sugestión.
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