Hace tiempo pensaba que el amor estaba en sus abrazos. Una vez soñé que el amor confluía en el encaje perfecto de dos piezas del puzle. Ayer creí que era tan sólo ese instante en que nuestras miradas se juntaron y el universo desapareció. Pero hoy... hoy no sé qué es el amor.
El amor es una cosa informe al que miles de canciones han tratado de ponerle música y cientos de películas han intentado dar consistencia. Ha sido el tema principal de obras dramáticas, novelas y cuentos; y por supuesto, el hilo que unía cada verso de un sinfín de poemas. Ha contribuido a la paz y ha hundido imperios. Ha sido buscado por amantes y soñadores, mendigos y reyes, sabios e ignorantes. Y nadie ha sido capaz de crear una teoría irrefutable. Todos tienen opiniones, cada uno tiene su concepto particular. Es algo relativo y a la vez universal.
¿Te cuento un secreto? ... No se trata de saber, sino de sentir.
El amor es la inspiración de aquél escritor que se sentía al borde del abismo. Es la mirada que salvó a aquél otro de la desesperación. Es la lágrima que limpia el alma y lo eleva. Es la chispa que mantuvo toda la noche la alcoba iluminada a pesar del apagón. Es el llanto de un niño al nacer y la sonrisa del abuelo justo antes de morir. Es el beso apasionado, el abrazo inesperado y la mirada a escondidas.
Puede que sea algo de todo esto o quizás sólo sea, como alguien me dijo una vez, aquello que creímos tener justo cuando lo perdimos. De cualquier modo, es la página que nos queda por escribir, el sueño que esperamos alcanzar, la esperanza que nos anima a continuar. Y es que...
El amor eres tú, seas quien seas.
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