Hay días en que una se levanta siendo princesa y otros… rana. No es que tenga nada en contra de estos anfibios, es más, en mi habitación tengo una buena colección de ellos. Pero hoy… hoy me siento princesa.
Hoy voy a pintar las paredes con todos los colores del arcoíris. Dibujaré palacios enteros, con todos sus detalles, en Egipto, en China, en Los Ángeles, en Praga, en Rusia y en las Canarias. Y me sentaré en cada uno de ellos a contemplar el paisaje; pasearé por el jardín, mientras una sinfonía interpretada por ruiseñores y canarios envuelve la mañana.
Hoy escaparé del castillo sin que ningún príncipe venga a rescatarme. Tan sólo cogeré las riendas de mi caballo y me dedicaré a recorrer el mundo. Aspiraré el olor de las flores y me bañaré en un lago de aguas transparentes. Dormiré bajo las estrellas y me dedicaré a ponerles nombre.
Hoy no me enamoraré del príncipe ni del caballero, sino del Amor, el Amor que me dio la vida y me regaló este mundo para descubrir. El Amor que no espera nada, sino que lo da todo, el Amor que me eleva sin necesidad de tener alas. Que convierte mi realidad en el sueño más increíble.
Hoy tan sólo voy a ser feliz… ¡¡porque hoy me siento princesa!!
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