He colaborado
en varios cuentos, imaginando, decorando, inventando personajes y escribiendo
guiones. A algunos les di color cuando se iban destiñendo, a otros traté de
darles escenas de acción, aunque sólo me salió una payasada de circo. Pero de
todos puedo decir que salió algo bonito, algo único y especial.
Sin embargo,
nunca he sido capaz de escribir uno propio. Alguna vez traté, pero me salió una
pesadilla, un churro, algo irrisorio. Algo que más que publicar, que admirar o
tan sólo, que disfrutar, convenía olvidar. Incluso escribí relatos con gancho,
que a primera vista prometían una buena historia, con unos personajes
interesantes y algún que otro giro insospechado. Mas lo que yo no sospechaba es
que estas historias nunca las terminaría, que a la única persona que
conseguirían atrapar sería a mí, en una trama sin fin.
Puede que deba
conformarme con leer las novelas que
otros han escrito, dejarme enredar en su relato, disfrutar con cada anécdota, la
evolución de los personajes y la belleza de los paisajes. Puede que hasta
disfrute siendo redactora, corrigiendo los errores gramaticales y, de vez en
cuando, haciendo la vista gorda ante las licencias artísticas que se toman los
autores. Puede que decida olvidarme de mi propia historia y convertirme en
bibliotecaria, acumular libros en estanterías gigantescas: novelas, poesía, cuentos,
ensayos, guiones cinematográficos, obras teatrales… Quizá, con un poco de suerte, con
retazos de esas historias consiga elaborar la mía propia.
El problema de
todo esto son los finales, el momento en que termino el libro. Quizás me haga
pensar y recuerde algunos de los detalles más llamativos; puede que hasta me
haga soñar con viajes lejanos; o es posible que me deje indiferente (que a
veces también ocurre). La cuestión es que, después de todo esto, descubro que lo
único que queda es mi vida, mi propio relato. Y sólo yo puedo convertirlo en
algo misterioso, fantástico, lírico o insulso.
Por ello, he
decidido que a partir de hoy, comenzaré a escribir mi historia en serio, un
relato que aún no sé sobre qué tratará, conozco a alguno de sus personajes,
aunque no a todos, y tampoco sé cuál será el fin, pero sé que, al menos a mí,
me dejará satisfecha, y con suerte, perdurará en el tiempo y en la memoria de
algún que otro lector indeciso.