jueves, 10 de mayo de 2012

Contando historias


He colaborado en varios cuentos, imaginando, decorando, inventando personajes y escribiendo guiones. A algunos les di color cuando se iban destiñendo, a otros traté de darles escenas de acción, aunque sólo me salió una payasada de circo. Pero de todos puedo decir que salió algo bonito, algo único y especial.

Sin embargo, nunca he sido capaz de escribir uno propio. Alguna vez traté, pero me salió una pesadilla, un churro, algo irrisorio. Algo que más que publicar, que admirar o tan sólo, que disfrutar, convenía olvidar. Incluso escribí relatos con gancho, que a primera vista prometían una buena historia, con unos personajes interesantes y algún que otro giro insospechado. Mas lo que yo no sospechaba es que estas historias nunca las terminaría, que a la única persona que conseguirían atrapar sería a mí, en una trama sin fin.

Puede que deba conformarme con leer  las novelas que otros han escrito, dejarme enredar en su relato, disfrutar con cada anécdota, la evolución de los personajes y la belleza de los paisajes. Puede que hasta disfrute siendo redactora, corrigiendo los errores gramaticales y, de vez en cuando, haciendo la vista gorda ante las licencias artísticas que se toman los autores. Puede que decida olvidarme de mi propia historia y convertirme en bibliotecaria, acumular libros en estanterías gigantescas: novelas, poesía, cuentos, ensayos, guiones cinematográficos, obras teatrales… Quizá, con un poco de suerte, con retazos de esas historias consiga elaborar la mía propia.

El problema de todo esto son los finales, el momento en que termino el libro. Quizás me haga pensar y recuerde algunos de los detalles más llamativos; puede que hasta me haga soñar con viajes lejanos; o es posible que me deje indiferente (que a veces también ocurre). La cuestión es que, después de todo esto, descubro que lo único que queda es mi vida, mi propio relato. Y sólo yo puedo convertirlo en algo misterioso, fantástico, lírico o insulso.

Por ello, he decidido que a partir de hoy, comenzaré a escribir mi historia en serio, un relato que aún no sé sobre qué tratará, conozco a alguno de sus personajes, aunque no a todos, y tampoco sé cuál será el fin, pero sé que, al menos a mí, me dejará satisfecha, y con suerte, perdurará en el tiempo y en la memoria de algún que otro lector indeciso.